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El sueño del recién nacido y las 5 trampas de los primeros meses

sueño del recién nacido

Al nacer, los bebés, dependen 100% de las madres. Vienen al mundo inmaduros y han de continuar desarrollándose fuera del útero. Ese desarrollo incluye los ciclos de sueño y vigilia, los cuales os explico a continuación.

El sueño del bebé las primeras 3 semanas

El sueño del recién nacido, en sus primeras semanas, consiste en dormir unas 16 horas de sueño o más, dividido en varios periodos a lo largo del día (sin distinguir día y noche).

En cada uno de esos periodos, el sueño pasa por dos fases de forma cíclica: una fase de sueño “activo” y otra de sueño “profundo”, de 20-25 minutos cada una.

Lo que sucede es que cuando empiezan a dormir (o comienzan un nuevo ciclo) su sueño es muy ligero y es fácil que se despierten. Aquí, solemos caer en la primera trampa: Acudir antes de que se despierte del todo. Ir sin que esté 100% despierto provoca que, en el mejor de los casos, la abejita siga dormida; pero, en otros casos habrás sido tú quien la haya despertado. Esto causa que, al haber intervenido sin darle la oportunidad de intentarlo, no sólo se despierte, sino que no la dejes aprender a dormirse sola.

Para superar esta trampa, lo mejor es que, en general, tratemos de hacer lo mínimo posible: si se despierta de verdad, y ha dormido menos de lo que debería, intentar que se duerma de nuevo, pero no intervenir hasta que se despierte de verdad. Mejor que se despierte y tener que dormirle, a despertarle o robarle la oportunidad de aprender.

Es muy importante saber que, a esta edad, “ruiditos”, movimiento e incluso ojos abiertos no son necesariamente signos de que se ha despertado, observar y conocer a tu abejita es clave.

El tiempo que pueden permanecer despiertos a esta edad es de unos 40-60 minutos, a partir de este límite estará muy cansado, le costará dormirse y permanecerá menos tiempo dormido. ¿Por qué? Porque su cuerpo luchará contra el sueño generando cortisol, que es una hormona que sirve para permanecer alerta (y por ende, despierta aunque no quieras).

Y aquí aparece la segunda trampa: “déjale un poco más, no parece cansado”. Como está tan activo (por el cortisol) pensamos que no tiene sueño o o que es cualquier otra cosa, y acabamos dándole de comer “por probar”, hasta que, como consiguen relajarse, se duermen porque sí tenían sueño. Lo que generamos así, es un apoyo toma-dormir y, además, enmascaramos un problema de horarios, ya que, como vemos que se duerme, nos engañamos pensando que lo hemos hecho todo bien. Creemos que era hambre, cuando sólo se ha relajado gracias a la succión y estar tranquilo en brazos..

En este periodo aún no generan su propia melatonina, por lo que su cuerpo no identifica aún si hay luz o no. De hecho, hasta que la generan, es incluso recomendable que duerman con algo de luz natural durante el día y a oscuras por la noche, así empiezan a sincronizar su cuerpo con los ciclos día/noche.

A esta edad, tanto el ruido blanco como envolverlos son muy buenos aliados para facilitar el sueño.

El sueño del recién nacido de las 4 a las 7 semanas

Sobre las 4 semanas, sus ciclos de sueño empiezan a consolidarse y comienza a dormir más de noche que de día: 11-12 horas de noche y 4-5 de día. Aguantando despiertos entre 60 y 90 minutos.

Sobre las 6 semanas empieza a haber lo que se llama “sonrisa social” (devuelve la sonrisa) y hay un pico de llanto que empieza a bajar progresivamente. Justo aquí es buen momento para empezar a establecer rutinas y organizar los días y la hora de dormir.

El sueño del recién nacido de las 8 a 12 semanas

Empiezan a poder estar despiertos algo más de hora y media, duermen de 11 a 12 horas de noche y unas 4 de día.

A partir de las 8 semanas los bebés empiezan a generar su propia melatonina, y poco a poco empiezan a formarse los ciclos de sueño más similares a los de los adultos.

Sus ciclos de sueño empiezan a verse afectados por la luz, por lo que debéis acostarlos a oscuras para no bloquear la generación de melatonina.

Justo aquí, aparece la tercera trampa: “siempre ha dormido con luz, no pasa nada”. Cuando son sensibles a la luz, ésta empieza a afectarles en sus periodos de sueño, dificultando entrar en sueño profundo o dormirse y empeorando el descanso. Esto genera sobre cansancio (más cortisol) y por tanto más dificultades en el sueño, que “tapamos” utilizando recursos como mecerle, darle el pecho, dormirle en brazos, darle un paseo en coche… y muchos otros trucos con los que conseguimos s dormirle. Y aquí está la trampa: estas soluciones de nuevo son atajos que enmascaran el problema de un sueño y crean dependencias para dormir. Siempre hay que buscar hacer lo menos posible y si, de repente, algo cambia analizar qué ha pasado. El sueño no mejora haciendo más, sino menos

A esta edad pueden empezar los problemas de siestas cortas debido a que los cambios en los ciclos de sueño hacen que se despierten más a menudo, a los 30-45 minutos.

Aquí caemos en la cuarta trampa: “no tenía sueño”. Como se despierta creemos que no tiene sueño o que no lo necesita, pero en realidad es solo que no sabe volver a dormirse y no tiene sueño suficiente para luchar contra el cortisol. Lo que hace que nos “conformemos” levantándole (empeorando el sobre cansancio futuro, más cortisol), o que por nuestro propio agotamiento optemos por dormirle en brazos, con el pecho o con algo que “funciona” pero que, si abusamos, fomenta la dependencia de nosotros.

El sueño del recién nacido de 12 semanas hasta los 4 meses

En este periodo los ciclos de sueño se siguen consolidando, pudiendo aguantar 2 horas entre una siesta y otra, y aguantando periodos de 4-6 horas dormido por la noche, si no hay problemas.

A partir de los 4 meses se empiezan a formar las fases de sueño “adultas”, y es en este momento que sucede la denominada “regresión” de los 4 meses. La regresión de los 4 meses no es más que una evolución de sus patrones de sueño, que hace que se despierte en vez de cada 4-6 horas cada 2/4 horas. Y aquí viene la quinta y gran trampa: “le pasa algo, me necesita”. Al dar un paso atrás en el sueño, pensamos que le pasa algo, y sobreprotegemos a nuestra abejita (y a nosotros mismos) acelerando el proceso y durmiéndola nosotros. Lo que hacemos entonces es terminar de fortalecer las dependencias que pueda tener para dormir, dándole más veces el pecho o el biberón, cogiéndole y durmiéndole en brazos… cualquier cosa que le haga dormir, la intensificamos.

Conclusión: ¿Qué debemos hacer entonces para evitar caer en estas trampas a la hora de dormir a nuestro bebé?

Darle la oportunidad de aprender a dormirse

  • Darle espacio, vuestra abejita puede hacerlo sola.
  • Que lo intente, que se frustre un poco. Ni mucho menos digo que les dejéis llorar pero si que no acudáis al momento.
  • Pensad cuánto tiempo ha pasado desde la última toma antes de darle otra más “para que se duerma”.
  • No dejar que se duerma en la toma, ni en brazos… 

Evolucionar con sus necesidades:

  • Ajustar sus ventanas de vigilia según su edad
  • Darle la oportunidad de relajarse un tiempo antes de su hora de dormir
  • Nunca alargar el tiempo despierto
  • Adaptar el contexto: Según su edad revisad la luz, el ruido, la temperatura…

En resumen hacer lo menos posible y ayudarle a seguir y afinar sus biorritmos, que sea vuestro bebe el que se duerma en su cuna y vosotros ayudarle dándole el contexto y apoyo adecuado en el momento adecuado. 

Según vaya creciendo nuestra máxima debe ser: nuestra abejita puede dormirse sola y cuanto menos hagamos mejor para ella. Dejad que aprendan, guiadlas pero no lo hagáis por ellas.

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